Empecemos por el principio, o sea por el amanecer del 18 de Diciembre, día de Nuestra Señora de la Expectativa, que no puede ser un día más propicio para el esperado viaje a Brasil.
Amanezco haciendo mi valija, actividad siempre relegada para ultima hora. Kristaps parte trabajar con un reverendo dolor de cabeza ya que anoche fue su fiesta de fin de año de French Conection. Luz, la multiuso y leal asistente, aparece para todas las diligencias de ultimo minuto. Ya se imaginan la desesperación, tipo... ‘llevar traje, abrigo y cortinas a la tintorería’ ‘Cortarse el cabello’ ‘vaciar la heladera’ ‘Dejarle la llave al fontanero que vendrá arreglar el baño’ y etc.. etc... Por supuesto, todo antes de salir al aeropuerto. Y no sería de extrañar que deje las cortinas para que las corten en la peluquería y que me aparezca en la tintorería para que me almidonen el cabello!
Y el drama de dramas: que va a comer la Gaviota mientras estamos ausentes? - No sé si ya les conté: tenemos una Gaviota adoptiva que todos los días se presenta a desayunar. (Continuará a la vuelta!)
Heathrow 4 pm. Llegamos al aeropuerto a los apurones, sólo para encontrar el vuelo de Iberia cancelado.
En la pequeña y congestionada sala de embarque, un personaje misterioso y pálido, con pinta de vampiro va y viene, viene y va. Ojeroso, camina de manos cruzadas mientras revuelve sus pulgares. Un viejo mira el infinito con el mentón apoyado en su bastón y una mujer de cabello lacio y ojos saltones toma helado junto a una niña aburrida de coletas sujetas por moños gigantes. De fondo la conversación exaltada de los españoles y el movimiento de brazos que enfatiza los argumentos. Hay gente que juega con los botones de su teléfono celular. Dos pelados de barba que podrían ser mellizos rellenan crucigramas en periódicos gemelos. La mujer del cabello lacio frunce el ceño y el vampiro se rastrilla la larga melena con los dedos. Un aburrimiento total.
El letargo de la espera se interrumpe cuando cuatro horas más tarde (CUATRO!) anuncian el embarque y los pasajeros salen (SALIMOS!) cual estampida.
En el vuelo nos torturan con unos villancicos navideños SIN-PA-RAR. Un cantito me quedó impreso en el cerebro y dice ’ya vienen los reyes magos, cargaditos de juguetes, etc... etc..’ Si en sólo dos horas de escuchar el mismo disco casi me vuelvo loco, me imagino como debe estar la tripulación que a saber cuanto hace que lo escuchan.
Aterrizamos en Madrid. El semi nuevo aeropuerto de Barajas es totalmente Stanley Kubric, Odisea 2001. Nos llevan en bus a tomar la conexión a Sao Paulo. Vamos por un túnel de concreto que parece continuar kilómetros. Nos dejan en un hall gigante y aparentemente desierto. En una esquina una docena de musulmanes completa el ambiente de templo. Rezan sobre sus alfombras de bolsillo desplegadas para el rezo de la noche, repitiendo genuflexiones con dirección a la Meca. Una puerta de vidrio se abre con sonido neumático de película espacial y la voz metálica del parlante nos dice que avancemos.
Con una Rubia en el avión. Llegamos a la puerta de embarque para enterarnos una vez más que el vuelo está atrasado tres horas!
‘Cuanto pesa el animal?’ Pregunta en español la funcionaria de Iberia a una altísima rubia muy curvilínea. Se refiere a un perro que la rubia tiene en un bolsón.
‘NO ES UN ANIMAL!... Es mi puchi’ Dice ofendida y con voz ronca la pasajera, en Italiano.
‘Pero... cuanto pesa?’
‘Un Kilo!’ Dice la rubia sin convicción. Queridos lectores: DE FI NI TI VA MEN TE... no puede pesar un kilo, es casi un ternero, debe pesar al menos diez.
‘Disculpe, pero el animal..’ inicia la personaje de Iberia...
‘PU-CHI’ Interrumpe la rubia, tempestosa y con movimento de melena.
‘...parece pesar bastante más de un kilo..’ continua inmutable la española. Y etcétera, etcétera, arranca una discusión, que evidentemente tiene que ver con el peso máximo de un bicho de estos para viajar en cabina y/o gratis.
Los cuatrocientos pasajeros fingimos desinterés, pero nadie se pierde una palabra de este jugoso capitulo de esta apasionante novela. Además no hay NA DA más que hacer.
Una segunda mirada disimulada a Puchi me confirma que debe pesar AL MENOS quince kilos. Luce pañales caninos y mini-blusa rosada. El cabello, digamos pelaje de Puchi, es I DEN TI CA MEN TE del mismo rubio que el de la rubia –Se teñirán juntos?
Kristaps me hace un gesto discretísimo, indicando el tamaño de los pechos de la rubia... DES CO MU NA LES. Coronados por pezones que parecen tornillos a punto de perforarle la mini blusa. Shorts minúsculos completan el ajuar. La miro bien. Algo no cuadra.
‘No es una nena’ Le susurro a Kristaps.
‘Como?’ no me entendió o no capta.
‘Que no es mujer. Esa rubia es un rubio’ digo con autoridad, aunque en voz baja.
‘Mentiraaaa’ dice Kristaps sin sacarle los ojos de encima a la bomba oxigenada.
‘De verdad!! Fotoshop, que le dicen’ Insisto.
‘No puede ser’ Pero siento en su voz que ya me cree. O al menos duda de lo que ve.
Escrutinio a los demás pasajeros. Una señora de esas que se visten como monjas la mira de brazos cruzados y mirada seria, cejas fruncidas, como tratando de decidir que es lo que no le convence de la rubia. Unos chicos que viajan juntos acompañan enterados y divertidos. Un nene que quiere jugar con Puchi recibe un estirón de ‘Vení para acá’ de la madre. Mi mirada se encuentra con la de un octogenario señor de alucinante bigote blanco que evidentemente viaja solo y quiere compartir el tema con alguien. Me mira muerto de risa, como diciendo. ‘Es así mi hijo, es así mismo!’
Abordamos y pasa una hora sin movernos. ‘Esperamos pasajeros de conexión’ anuncian por los parlantes. Otra hora más y nada del despegue. ‘Esperamos catering’ anuncian después. Y siguen los reyes magos a full musicalizando la función. Los niños lloran. Ajeno al caos que impera, Puchi y la rubia continúan el centro de atención y ya íntimos de todos los pasajeros. Claudette, o así parece que se llama él, o sea ella, cuenta en portugués a la atenta audiencia que tiene un Show, que es casada y que vive en Italia.
‘Que dice? Que dijo?’ pregunta Kristaps cada vez que los que la rodean estallan en carcajadas. A medida que voy traduciendo no puedo evitar reírme también. Es demasiado personaje Claudette.
Casi a la media noche, despegamos. Se siente el avión lento y haragán, como que despega porque no le queda otra. Inmediatamente empieza una turbulencia de aquellas. Los niños se callan. Y los reyes magos también.
Mi ultimo pensamiento antes de caer fulminado por el sueño es que lo importante es llegar a Brasil, y definitivamente no en cuantas partes toca doblarse para viajar hasta allá.
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